Existen muchos ejemplos de futbolistas sometidos a una literal explotación, en esa visión del futbol moderno al considerar al jugador como mercancía, sin importar las consecuencias de cargas físicas y mentalmente extensas. Luego de la tragedia en los campos se genera un ambiente de “pseudo” preocupación y consciencia en relación a las afectaciones de salud, así como a la excesiva competencia y sus secuelas.
Un día como hoy 14 de Abril pero del año 2012, caía en el campo de juego en a sus 25 años de edad, Piermario Morosin ‘’il moro’’, víctima de un infarto (tres en un minuto). La desgracia se suscitó en pleno partido de la Serie B de la liga italiana, en donde el A.S. Livorno visitaba el estadio Adriático, el campo de local del club Pescara.
Corría el minuto 32, cuando el centrocampista de forma dramática se desplomó en el campo, las imágenes son terribles, pues Morosini cae de frente y en una especie de reflejo corporal o reacción trata de incorporarse en un intento por seguir luchando, pero no le es posible. Todos los presentes se percatan de la gravedad del asunto e inmediatamente se detienen las acciones para que pueda ingresas la asistencia médica. Los paramédicos en un intento desesperado por salvarle la vida utilizan todo el material a su alcance, los futbolistas de ambos equipos, compañeros de profesión no ocultan sus expresiones de tristeza, y de pronto, un silencio sepulcral inunda el estadio; Piermario había fallecido.
Luego de la desgracia la polémica no puede estar fuera y con justa razón, ya que es lógico que si se juega al futbol profesional, los preparativos para llevar a cabo un partido conllevan la vigilancia de ciertas condiciones, además de medidas de seguridad de acuerdo a lo establecido por el reglamento tanto dentro como fuera del campo de juego. Por desgracia, dichas medidas, casi siempre se omiten en privilegio de los tiempos establecidos por las televisoras o los patrocinios, ya que el tiempo el tiempo es dinero y ante ello, la seguridad no vale poco.
Cuando el equipo de emergencia a bordo de la ambulancia quiso atender el llamado, se encontró con los puntos de acceso al estadio bloqueados por autos, tuvieron que intervenir los bomberos del estadio e incluso los mismos jugadores unieron fuerzas para conseguir desbloquear el acceso. Durante todas estas maniobras, se perdieron segundos vitales que quizá marcaron la diferencia entre la vida y muerte de Morosini. Aunque los especialistas consideran que el final trágico era imposible de evitar debido a la magnitud del infarto, siempre quedara la duda del que hubiera pasado si medidas de seguridad del estadio fueran las correctas.
Como es lógico, lo que paso después era de esperarse, la Federación Italiana suspendió temporalmente todos los partidos oficiales de aquella fecha y recomendó a los clubes afiliados vigilar de manera estricta las medidas de seguridad, pero todo ello ya no le regresaría la vida a Piermario.
Más allá del futbolista, la vida de la familia Morosini había estado marcada por la desgracia, luego del fallecimiento de sus padres y del suicidio de uno de sus hermanos, Piermario era el total sustento y apoyo de su hermana María Carla, quien vive aquejada de una enfermedad grave y que ahora quedaría totalmente desprotegida. Pero muchas veces el futbol da lecciones, Antonio Di Natale gran amigo de Morosini decidió hacerse cargo de Carla María como gesto de hermandad y agradecimiento a la amistas que tuvieron, así, dicho gesto nos deja un gran ejemplo de solidaridad.
Los hinchas del Livorno no se quedarían atrás en su homenaje, como muestra de total admiración, respeto y reconocimiento a uno de los suyos -uno di noi-, a quien lo dio todo por su squadra, por los colores, por la maglia que defendió y que portaba al desplomarse. Se desplegaron por toda la Curva Nord mensajes como: Morosini VIVE, Ciao Piermario-sempre nei nostri cuori o Numero 25 inmortal, mensajes que incluso hoy día es común ver en las tribunas del estadio.
El estadio Armando Picchi, el que se convertiría en su casa, fue escenario de un homenaje póstumo en el que los aplausos y canticos al paso de la carroza se escuchaban sin cesar, una emotiva ceremonia que hoy aún recuerdan los hinchas del Livorno y los integrantes dela Curva Nord, y que selló el compromiso ineludible de nunca condenar al olvido al legendario Piermario Morosini, que a la postre siempre será recordado como el inmortal número 25.
Un día como hoy 14 de Abril pero del año 2012, caía en el campo de juego en a sus 25 años de edad, Piermario Morosin ‘’il moro’’, víctima de un infarto (tres en un minuto). La desgracia se suscitó en pleno partido de la Serie B de la liga italiana, en donde el A.S. Livorno visitaba el estadio Adriático, el campo de local del club Pescara.
Corría el minuto 32, cuando el centrocampista de forma dramática se desplomó en el campo, las imágenes son terribles, pues Morosini cae de frente y en una especie de reflejo corporal o reacción trata de incorporarse en un intento por seguir luchando, pero no le es posible. Todos los presentes se percatan de la gravedad del asunto e inmediatamente se detienen las acciones para que pueda ingresas la asistencia médica. Los paramédicos en un intento desesperado por salvarle la vida utilizan todo el material a su alcance, los futbolistas de ambos equipos, compañeros de profesión no ocultan sus expresiones de tristeza, y de pronto, un silencio sepulcral inunda el estadio; Piermario había fallecido.
Luego de la desgracia la polémica no puede estar fuera y con justa razón, ya que es lógico que si se juega al futbol profesional, los preparativos para llevar a cabo un partido conllevan la vigilancia de ciertas condiciones, además de medidas de seguridad de acuerdo a lo establecido por el reglamento tanto dentro como fuera del campo de juego. Por desgracia, dichas medidas, casi siempre se omiten en privilegio de los tiempos establecidos por las televisoras o los patrocinios, ya que el tiempo el tiempo es dinero y ante ello, la seguridad no vale poco.
Cuando el equipo de emergencia a bordo de la ambulancia quiso atender el llamado, se encontró con los puntos de acceso al estadio bloqueados por autos, tuvieron que intervenir los bomberos del estadio e incluso los mismos jugadores unieron fuerzas para conseguir desbloquear el acceso. Durante todas estas maniobras, se perdieron segundos vitales que quizá marcaron la diferencia entre la vida y muerte de Morosini. Aunque los especialistas consideran que el final trágico era imposible de evitar debido a la magnitud del infarto, siempre quedara la duda del que hubiera pasado si medidas de seguridad del estadio fueran las correctas.
Como es lógico, lo que paso después era de esperarse, la Federación Italiana suspendió temporalmente todos los partidos oficiales de aquella fecha y recomendó a los clubes afiliados vigilar de manera estricta las medidas de seguridad, pero todo ello ya no le regresaría la vida a Piermario.
Más allá del futbolista, la vida de la familia Morosini había estado marcada por la desgracia, luego del fallecimiento de sus padres y del suicidio de uno de sus hermanos, Piermario era el total sustento y apoyo de su hermana María Carla, quien vive aquejada de una enfermedad grave y que ahora quedaría totalmente desprotegida. Pero muchas veces el futbol da lecciones, Antonio Di Natale gran amigo de Morosini decidió hacerse cargo de Carla María como gesto de hermandad y agradecimiento a la amistas que tuvieron, así, dicho gesto nos deja un gran ejemplo de solidaridad.
Los hinchas del Livorno no se quedarían atrás en su homenaje, como muestra de total admiración, respeto y reconocimiento a uno de los suyos -uno di noi-, a quien lo dio todo por su squadra, por los colores, por la maglia que defendió y que portaba al desplomarse. Se desplegaron por toda la Curva Nord mensajes como: Morosini VIVE, Ciao Piermario-sempre nei nostri cuori o Numero 25 inmortal, mensajes que incluso hoy día es común ver en las tribunas del estadio.
El estadio Armando Picchi, el que se convertiría en su casa, fue escenario de un homenaje póstumo en el que los aplausos y canticos al paso de la carroza se escuchaban sin cesar, una emotiva ceremonia que hoy aún recuerdan los hinchas del Livorno y los integrantes dela Curva Nord, y que selló el compromiso ineludible de nunca condenar al olvido al legendario Piermario Morosini, que a la postre siempre será recordado como el inmortal número 25.
En memoria de
Piermario Morosini
(Bérgamo, Italia, 5 de julio de 1986 - Pescara, Italia, 14 de abril de 2012)
Piermario Morosini
(Bérgamo, Italia, 5 de julio de 1986 - Pescara, Italia, 14 de abril de 2012)
- Dimitrov
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