Hoy detonamos y extendemos la revuelta epistémica y hacemos de las tribunas, trincheras. Emprendemos nuestro peregrinar desde los barrios bravos, tomamos las calles grises por las que autómatas arrastran cadenas que han dejado de ser un fardo, y las hacemos nuestras, cubriendolas con banderas, consignas, cantos, calor y color. Marcha la digna rabia, desfila la alegre rebeldía, la chida subversión.
Me dirijo atentamente al intelecto de la consciencia artificial, a quienes analizan al fútbol cómo opio del pueblo y poco más. Mientras ignoran tantas formas enajenantes que la sociedad mercantil totalitaria nos oferta. Viajar y ver por 2 horas un espectáculo musical, deportivo, etc., es igual de enajenante, pero se sigue jerarquizando todo aspecto de la sociedad capitalista.
Sea en el mausoleo a la pastora, monumento al ecocidio o un espacio ocesa, etc., se encierra la catarsis y se siguen declinando los sentimientos de cada individuo y obvio los del colectivo. Se precisan fuerzas para reprimir el deseo y conducirlo a la resignación, esta parece ser la afección reactiva dominante que mantiene unida a esta fase del capitalismo salvaje.
Buscamos hacer de las botellas llenas de aguas negras o de transgénica cerveza e ideología machista de FEMSA, instrumentos de lucha y no se sometimiento. Hacer verdadera violencia verbal y no exorbitantes cantos al odio, al machismo y la homofobia; estremecer la maquinaria del control, generar rupturas y reincorporar la intensidad de la pasión, libertad, subversión y la alegría, e ir en búsqueda de lo inefable.
No venimos a embarnecer el proceso político donde se escenifica la vida espectacular, desde la desenfrenada competencia entre los ecocidas de FEMSA y los ecocidas de CEMEX, la representación del éxito y el fracaso, la declinación mediante la delegación de la vida misma. Tenemos claro que el deporte es un espejo acrecentado de nuestra sociedad y que este es una escala de la social capitalista, entre el campo y el tablón se presenta la unificación espectacular entre hinchada y equipo, y la confrontación entre mercancías.
Sólo transformando los imperativos del tiempo y del espacio social, podemos imaginar nuevas relaciones y ambientes.
La mass media dirá que hubo un lleno absoluto en la gran final del narcofútbol mexicano, mientras sabemos que ¡nos faltan 43 y miles más!
Monterrey y su gente, contra el fútbol moderno. Paz entre hinchadas, ¡guerra al poder y al capital!
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