Es un domingo cualquiera en Inglaterra, específicamente en Manchester al interior del Old Trafford, estadio del Man U, a minutos de empezar a jugarse el partido correspondiente a la fecha 38 de la Premier League, los locales se enfrentarían al AFC Bournemouth para buscar acceder de manera directa a la Europa League, detalle mínimo para la terrible temporada que tuvieron.
Está por comenzar el juego, pero el árbitro se comunica con el delegado del Man U quien le avisa sobre un incidente en algún lugar del estadio, de manera inmediata las autoridades activan el llamado “Codigo Rojo”. Han encontrado una especie de bulto sospechoso en la zona del cuadrante noroeste del estadio, por lo que desalojan Stretford End (grada oeste) y la zona Sir Alex Ferguson Stand (grada norte), aplazando el partido por 45 minutos, para luego suspender de manera definitiva por medidas de seguridad.
Un operativo digno de película hollywoodense, donde se utilizó todo equipo posible para generar gran alarma en los asistentes, alrededor de 20,000 espectadores, que se vieron obligados a movilizarse. Fue el escenario perfecto del terror y del shock, para probar así la capacidad de respuesta ante este tipo de situaciones.
Solo días atrás en la misma ciudad, las fuerzas de seguridad Británicas y los servicios de emergencia simularon un ataque en un centro comercial, como parte de un ejercicio de entrenamiento donde un supuesto “terrorista” irrumpía en dicho lugar para generar caos entre una mezcla de disparos y alguna explosión. La gente, de acuerdo al simulacro, huye despavorida coordinada por las fuerzas de seguridad británicas de acuerdo a los protocolos de entrenamientos que tienen origen en los Estados Unido a través de compañías de mercenarios militares que reciben gran cantidad del presupuesto destinado a la guerra, con el fin de recibir este tipo de adiestramiento.
En los ámbitos de la inteligencia militar existe el llamado hiperrealismo, donde se simulan explosiones para luego con el uso de actores fabricar supuestas víctimas, incluso con discapacidades simulando mutilaciones, con sangre artificial y demás detalles imaginable. Todo eso pensado para producir escenarios de desastre al interior de las bases militares, de manera que se pudiera estar preparados para ese tipo de situaciones, espacios de prueba que cruzaron la línea y terminan siendo trasladados a las ciudades y hacerlos pasar como reales.
Pensaríamos entonces que lo sucedido luego del simulacro en Manchester, resultó con saldo blanco por la perfecta organización entre las autoridades de distinto rango, gracias al trabajo en conjunto de policía y fuerzas especiales británicas. Pero qué sucede si lo que se percibe es totalmente contrario y todo lo sucedido en domingo en el Old Trafford surgió como experimento social, orquestado por las mismas autoridades de Manchester y nos deja ver todo lo contrario e incluso enciende aún más las alarmas sobre quien tiene la capacidad de hacer las cosas y con qué autoridad.
La policía de Manchester durante esa misma jornada notificó sobre un paquete sospechoso que consistía en un teléfono móvil pegado a una cañería y aseguran se trataba de un artefacto explosivo real, que representaba peligro para la población, luego declararon de manera específica: El nivel de alerta terrorista sigue siendo grave, así que no vamos a correr riesgos. Luego en palabras del alcalde interino de Manchester, Tony Lloyd, se expresó lo siguiente: Es escandaloso. Este fiasco ha causado problemas enormes a los aficionados que habían venido de muy lejos, malgastado el tiempo de muchos oficiales y artificieros del Ejército y puesto en peligro numerosas vidas de manera inútil, porque la evacuación de decenas de miles de personas de un estadio siempre tiene sus riesgos.
Con el trascurso de las horas, luego del desalojo del estadio y las continuas contradicciones entre distintos organismos, finalmente aparece un personaje que trae algo de verdad sobre el caso. Chris Reid, un ex-Oficial de la Policía de Londres y el ejército británico, quien actualmente se desempeña como jefe de la compañía de seguridad privada Security Search Management & Solutions, apareció en el canal de Noticias de la BBC para aceptar la responsabilidad total de dejar el dispositivo (bomba) en las instalaciones de Old Trafford después de un simulacro llevado a cabo días antes. Dicho dispositivo contaba incluso con una etiqueta en donde se especificaba que si era localizado se hiciera el favor de contactar a la compañía antes mencionada y se incluían un número de teléfono y la dirección. Una verdad a medias que deja más preguntas que respuestas sobre lo sucedido.
Se supone que dicha compañía ofrece soluciones de seguridad, pero un artefacto simulado de su propiedad generó un estado de alarma y puso en riesgo la integridad de quienes asistieron al estadio. Entonces, hablamos de un estadio de futbol con la capacidad para 76,000 espectadores cuyas vidas quedaron expuestas a la negligencia de dicha compañía y a la ineptitud de las autoridades.
En próximas fechas, tenemos eventos deportivos masivos por realizarse, es el caso de la Eurocopa que reunirá a distintos aficionados de naciones de un continente sumido en la crisis económica, humanitaria y territorial. Las expresiones de intolerancia, racismo o xenofobia sin lugar a dudas estarán presentes y son campo de cultivo para escenarios de miedo y terror que pueden ser utilizados a favor de intereses específicos y justificar la desestabilización, de forma que se pueda utilizar la llamada crisis de refugiados y promover medidas para aumentar la fuerza productiva a bajo costo gracias a la movilización de personas que escapan de la guerra.
Estas operaciones denominadas de bandera falsa son la estrategia utilizada por los gobiernos para imputarlas a sus enemigos, son la herramienta perfecta para justificar el intervencionismo político y hasta militar para llevar la supuesta democracia a países no alineados con el imperialismo. Dichas situaciones no resultan extrañas para el Reino Unido, ya que en su historial, la agencia de espionaje británica ha admitido públicamente el haber ejecutado ataques de bandera falsa de manera que se encuentra la justificación perfecta para mayor ejercer la represión y todo sea por mantener la seguridad.
En partidos de fútbol, en cualquier evento deportivo o evento masivo, tengamos claro que además de jugarse un resultado, está en juego también la integridad de quien asiste, de ahí la necesidad de actuar con responsabilidad por parte de todas las instituciones vinculadas al encuentro.
- Dimitrov
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