La Olimpiada de 1968 estaba en puerta y el gobierno en turno no podía permitir reflejar a la opinión internacional la situación complicada en la que se encontraba el país tras una serie de manifestaciones estudiantiles en las que además de alumnos de la UNAM y del IPN, participaron amas de casa, obreros, intelectuales y profesionistas. A 10 días del inicio del gran evento se convocó a un mitin que terminaría en Tlatelolco. La plaza de las tres culturas lucía llena aun así una serie de eventos sospechosos enrarecían el ambiente. Tanques militares, grupos de soldados, personas extrañas con guantes o pañuelos blancos en una mano. El plan estaba en marcha. Las ráfagas de armas de fuego cimbraron la plaza a media tarde, la multitud se dispersaba en una absoluta confusión. Cuerpos tirados, gente corriendo, unos huían, otros perseguían… el operativo de Estado terminó entrada la madrugada del 3 de octubre… detenidos, muertos y desaparecidos aún sin definir fue el saldo de ese evento gracias a la solución más rápida para “disolver” un conflicto social.
Oficialmente la cifra de muertos fue de alrededor de 30, pero el pueblo maneja sus propios números y ha llegado a contabilizar más de 30. La de Tlatelolco, ha sido una de las mayores injusticias de las que se tenga memoria en nuestro país y aun hoy no se tienen respuestas.
47 años se cumplen de la tristemente célebre tarde de Tlatelolco y como ésta en nuestro país, han ocurrido otras masacres (el Jueves de Corpus, Aguas Blancas, Acteal) en las que el “motivo” ha sido siempre el mismo: atreverse a pensar, a razonar, a cuestionar, a alzar la voz y el puño, a decir NO, a decir YA BASTA. Al parecer para el “sistema” la solución siempre será la más fácil para después lavarse las manos y decir “aquí no pasó nada, solo son una bola de revoltosos”.
47 años en los que no se ha visto ni el menor dejo de justicia… ¿y cómo? si desde que se fundó el estado mexicano eso que en teoría debería existir, nunca se ha visto. La justicia en México, es puro cuento. Este país se hizo por los pobres, pero para que lo disfruten los ricos. ¿Qué es la justicia entonces? Díaz Ordaz murió como asesino y nunca fue juzgado, Echeverría Álvarez que a sus 93 años aún vive, se le exculpo de toda responsabilidad y además le seguimos pagando su parasitaria vida, seguramente morirá pronto y se irá tranquilo de conciencia, porque para él la justicia existe en su conveniencia, para él y para los que pueden pagarla.
A él y a los otros, los recordaremos, a nuestro pesar, con todo nuestro odio, pero Tlatelolco 68 debemos recordarlo como el llamado de alerta a despertar nuestra conciencia, no hay que dejarla dormir de nuevo, significó más que lo que fue...
Hay que luchar, con pensamientos, con palabras, con hechos y acciones coherentes, con compromiso… con la vida misma si es necesario. No hay que permitir que suceda de nuevo… no hay que dejar morir a los que cayeron… no hay que Olvidar, ni Perdonar.
- Vasílievich
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