Muchos se habrán preguntado el por qué desde Grada Roja no conmemoramos un año más de vida del ‘crack’ Diego Armando Maradona. Y es que realmente en nuestro proceso de construcción colectiva basada en la autocrítica, encontramos que ese hombre al cual le celebrábamos todo y le agradecíamos su hazaña en aquel Mundial del 86, ya no existe hoy. Algunos dirán que podríamos ser muy radicales, pero acá somos consecuentes.
Si bien Maradona es emblema de
aquel fútbol bonito que ya muy poco vemos, ese fútbol de los pases y de las
gambetas, Maradona también se ha convertido en una figurita más del fútbol
mercado que tanto rechazamos, y un tanto más allá una figurilla de la
geopolítca que en parte puede empezar a ser acondicionada a través del mismo
fútbol, de ese que nos venden sin tintes políticos pero que en el fondo tienen
un sentido profundo.
Durante el último Mundial de
Fútbol de la FIFA, el viejo Maradona estuvo muy de la mano con el canal
inter-estatal TeleSur transmitiendo el minuto a minuto del tan polémico
mega-evento celebrado en Brasil. Recordemos que a hoy se siguen analizando los
despilfarros del mismo y los modelos de desigualdad que intensificó la
modernización de los escenarios deportivos y sus alrededores. En esas
transmisiones se le vio muy majo pero a la vez muy despistado. Es evidente que
se esforzó o se esfuerza por conservar la figura del jugador rebelde, del que
no trabajaría para FOX o para ESPN, pero lamentablemente solo le queda en ese
intento y acá compartimos algunas cosas por las cuales el ídolo, el “D10S” es un
jugador ‘más’ para nosotros.
Por un lado tenemos al gran
Maradona con su imagen anti-imperialista, tatuado con el Che y Fidel, versus un
Maradona que hizo o hace parte de esa seguidilla de bien pagos por parte de los jeques
árabes patrocinadores de la guerra y la desolación en el medio oriente. Un
Maradona que sale de la mano de Chávez a decirse anti imperialista y exclamar
que se eche
a Bush,
pero que sin dudar hizo parte de la celebración del Día Internacional de los
Emiratos Árabes Unidos bailando
entre tan humildes personajes y contemplando una exposición
llamada “La cara de Gaza” del español Miguel
Ángel Sánchez, que realmente no
sabríamos a qué iba en medio de estos aliados estratégicos de un genocidio. Un Maradona que sin más grita ante las cámaras “Viva Palestina” pero que conserva su
casa en Dubai.
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