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El pueblo mexicano no olvida, tiene memoria inquebrantable y sed de justicia, así se demostró el pasado 26 de septiembre cuando un gran número de personas, en las principales ciudades del país, salieron a las calles para exigir la aparición con vida de los 43 estudiantes desaparecidos desde ya hace un año.
Desde el 23 de septiembre, padres de familia y compañeros de los normalistas desaparecidos se instalaron en el Zócalo de la Ciudad de México, donde colocaron un campamento e iniciaron una huelga de hambre de 43 horas. Después de poner fin a la huelga, se convocó a la marcha para conmemorar la memoria de los desaparecidos, misma que iniciaron en el Ángel de la Independencia y se desplazó por arterias principales para luego terminar en la misma plancha del Zócalo.
En prácticamente todo el país se dejó escuchar el clamor de justicia, las autoridades simplemente se muestran incompetentes ante un caso que evidentemente los ha superado y que tratan de justificar con “verdades históricas” que se acercan más a la mentira o la fantasía.
A diferencia de los pasados días 26, la presencia de la población en general fue notablemente mayor. De cierta manera esto refleja la efervescencia que como tal existe no solo debido a los 43 desaparecidos, sino a la represión que se ha sufrido en distintas formas o momentos y en niveles impensados.
Los padres de los muchachos desaparecidos declaran de manera incansable que a ellos no les gusta el hecho de no dormir o de recorrer el país buscando a los suyos, evidentemente lo hacen por la sencilla razón de sentirse incompletos en sus vidas. Así pues, ven en la protestar o en la huelga una alternativa para exigir justicia. A pesar del grado de desesperación que han experimentado, debido a la falta de respuestas coherentes por parte de las autoridades, mismas que están llenas de contradicciones, han sabido conservar la cordura y continuaran con su lucha.
¿Si fueran tus hijos, tú qué harías? Es una de las tantas consignas que se pueden escuchar en las manifestaciones, pero hoy ya no son solo hijos de esos padres que lucharan hasta el cansancio por los suyos, hoy son hijos del pueblo, hijos de cada uno de los que salieron a las calles el pasado 26 de septiembre y que además serán ejemplo de perseverancia hasta alcanzar la justicia.
Sin claudicar, sin traicionar sus principios seguirán y seguiremos fuertes, impulsados por la conciencia de clase. Desde el norte hasta el sur del territorio nacional y de manera solidaria en distintos países del orbe, el grito fue unísono:
¡Ni perdón, ni olvido!
¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!
- Vasílievich, Dimitrov
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