Existen dos caras ante una misma
situación, por un lado la fiesta y algarabía que representa un torneo
continental organizado por la FIFA, mismo que reúne a distintos países del África
para compartir los valores que transmite el futbol. Por otro lado también es
visible la suma de factores que han llevado al rezago en el amplio sentido
socioeconómico a todo el continente, que de alguna manera condujo a esos
distintos países a compartir una herencia combativa como resultado del yugo
imperialista del siglo XIX y XX.
La sede para la edición 2017 de
la Copa Africana de Naciones es Gabón, y nuevamente permea en la población del
país africano un disgusto generalizado que se origina por el descontento de ver
las cantidades de dinero invertidas en la organización de un torneo, en
contraste con la pobreza en la que vive un porcentaje amplio de la población, tal y como se vio en la pasada Copa del Mundo
en Brasil.
Los disturbios en Gabón resurgen
ante la reelección de Ali Bongo del Partido Democrático
Gabonés (PDG) quien obtuvo una victoria que luego del recuento es considerada
fraudulenta, ya que llegó a obtener un 49,85% de votos a su favor. El candidato
de oposición gabonés Jan Ping es quien lidera las protestas y como consecuencia
se han vivido una serie de revueltas sociales en pleno desarrollo de la Copa.
En la capital Libreville, es donde se encuentra el epicentro, tanto del evento
deportivo como del descontento popular, a pesar de ello la Copa debe continuar
pues los intereses económicos de los organizadores en esta lógica del futbol
mercantilizado tienen tiempos específicos y no pueden perder dinero, “time is
money”.
El primer partido de la Copa
enfrentó, el día 14 de enero, al anfitrión Gabón en contra del representativo
de Guinea Bissau, dentro del estadio el encuentro trascurre con cierta normalidad,
contrario a lo que sucedería al exterior, donde la población se ve inmiscuida en una
Libreville con episodios de violencia, al grado incluso de un amague por parte
de los manifestantes de prender fuego a la Asamblea Nacional como muestra de su
descontento.
Revueltas, agentes antidisturbios
y arrestos es la realidad de la Copa Africana de Naciones que no se cuenta en
los medios. Es obvio que tal y como paso en Brasil es más poderosa la suma de
los intereses que persiguen tanto el gobierno, como la misma Confederación
Africana y la FIFA, que la intención de atender las peticiones de los
manifestantes. No importa que el flujo de recursos públicos sea destinado a una
despampanante ceremonia deportiva, las necesidades básicas de la población
pueden esperar, antes es prioridad mostrarle al mundo que Gabón está a la
altura de organizar un evento de este tipo.
Lo más seguro es que después de
Copa los estadios pasen a ser inmuebles abandonados, debido a la incapacidad de
financiar su mantenimiento. Solo basta mirar un poco hacia atrás y observar a
los países que han alojado un torneo de similares características en cualquiera
de los continentes. Estadios que fueron construidos luego de largas jornadas de
explotación y esfuerzo brutal para el trabajador, volvamos a Brasil, hoy día
luego de la flamante Copa del Mundo, los estadios están abandonados y quedan como testigos silenciosos
de las consecuencias socioeconómicas de ser anfitrión y seguramente Gabón no
será la excepción.
Tomando en cuenta a las
selecciones que participan en el torneo, más allá de lo ya reseñado en líneas
anteriores, nos gustaría recordar los ejemplos de lucha que llevaron a la
liberación nacional de varios de los países, además a los personajes heroicos
que combatieron el colonialismo y lograron la independencia de sus naciones,
aun a pesar de que hoy día esos logros se vean avasallados por el intervencionismo
y la traición de algunos de sus mismos compatriotas.
Así pues, recordamos a Thomas
Sankara y su legado en la liberación de Burkina Faso, el Egipto del presidente Nasser,
a la República Democrática del Congo y la Revolución de Patrice Lumumba y a la
Selección de Argelia como auténticos guerreros tanto en la cancha y las barricadas
del Frente de Liberación Nacional. Nos mantendremos al pendiente de cualquier
expresión política que se puede presentar, ya que el futbol es política están y
estarán eternamente entrelazados como reflejo del contexto sociocultural de la
época.
Dimitrov -
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