Los Violentos del Fútbol

Una vez más los aficionados acapararon las portadas de periódicos y noticieros deportivos, cuando se suscitó una monumental “bronca” entre aficionados de los Tiburones Rojos de Veracruz y Tigres que se enfrentaron en las tribunas del estadio Luis “Pirata” Fuente la noche del pasado 17 de febrero, la reacción de los medios no se hizo esperar. La salida más fácil siempre ha sido culpar a las barras de la violencia en nuestro fútbol ¿Pero en verdad somos nosotros, los aficionados, los que manchamos la fiesta del fútbol? ¿Somos nosotros los violentos del fútbol?

En las últimas décadas el fútbol nacional ha sido protagonista de un sinfín de escándalos extra cancha, y no nos referimos solo a los enfrentamientos entre barras ya sea dentro o fuera de los estadios, mismos que en ocasiones solo sirven para distraer la atención de las problemáticas de fondo de las que sufre el fútbol mexicano. A todas luces el negocio del narcotráfico y el lavado de dinero está inmerso en los clubes de futbol y ha sido más evidente en algunos casos en los que curiosamente la prensa no les ha tomado atención debida, es por eso que aquí haremos una breve mención de algunos de los acontecimientos más sonados en México.

Comenzaremos por mencionar al Club Tijuana y la familia Hank, protagonistas de uno de los casos más evidentes sobre la impunidad que en contubernio existe entre las autoridades de este país y la Federación Mexicana de Fútbol. Durante el 2011 Jorge Hank Rhon, dueño del club, fue arrestado por el ejército y es acusado de portación de arma de fuego, dentro de las que se encontraban un verdadero arsenal de uso exclusivo del ejército, y el cual presuntamente sería entregado algunos carteles de la droga en México. El historial delictivo del que fuera alcalde priista se puede rastrear desde tiempo atrás, pues por ejemplo en el año de 1995, su chófer fue acusado de contrabandear cocaína a los Estados Unidos, además de todo Jorge Hank ha sido objeto de investigaciones por parte del FBI y la DEA, todo ello derivado de supuestas actividades criminales en el país vecino. A pesar de esto el Club Tijuana sigue perteneciendo a la familia Hank y por lo tanto tienen voz y voto en la junta de dueños de la Federación Mexicana de Fútbol, a pesar de que uno de los requisitos indispensables para estar afiliado a la Federación es comprobar el origen lícito de los recursos económicos. 

Otro de los clubes que también se vio inmiscuido en temas incómodos fue el Club Irapuato, ya que en el año del 2004 su dueño en aquel entonces, José Tirso Hernández Félix, era buscado por el FBI debido a sus nexos con el Cartel de Ciudad Juárez, dicho personaje era acusado de introducir 76 toneladas de cocaína a los Estados Unidos. En este caso la Federación actuaria y sus aficionados sufrirían la desafiliación del Club Irapuato, José Tirso fue capturado en el año 2014 en el Estado de Guanajuato, y en el 2015 fue extraditado a los Estados Unidos para responder por los cargos que se le acusaban. Ese mismo año el Club Querétaro también se vería involucrado en el tema del narcotráfico, y correría con la misma suerte del Club Irapuato con la desafiliación de la Liga, afectados también por el caso de José Tirso y sus nexos con el colombiano Paul Solórzano quien fue señalado de lavar dinero del narcotráfico por medio del club.

El Club León y Santos Laguna sufrirían con el caso de Carlos Ahumada, empresario argentino que entre los años 2002 y 2007 fue propietario y accionista de ambos equipos, en el 2004 fue a prisión acusado de corrupción y nexos con el narcotráfico, en el 2007 en medio de un escándalo sería absuelto de los cargos y así conseguiría la libertad. A pesar de ello, el desenlace del caso no convenció a muchos, una vez que emergieron las actividades ilícitas por las que se acusaba a Ahumada, surgieron también nombres de varios personajes prominentes de la política y es probable que ello haya obligado a llevar el caso a buen término, al final los únicos afectados serían los clubes del futbol que llego a administrar, ya que los dejaría en la ruina y con problemas legales que aun a la fecha siguen vigentes.

El mismo Club Querétaro aparecería de nueva cuenta en los reflectores en el año 2014, pues el dueño del club, Javier Rodríguez Borgio, sería acusado de utilizar al equipo en un esquema de lavado de dinero que origino un fraude millonario en las administraciones panistas a través de la compañía Oceanografía SA de CV, en este caso nunca se comprobó la culpabilidad de Borgio, resolución que resultaría similar al caso de Carlos Ahumada, en donde incluso la clase política se vería inmiscuida en el escándalo. 

El lavado de dinero no solo está institucionalizado, algunos particulares echan mano del dinero sucio para conformar empresas promotoras de futbolistas y así se convierten en otra de las grandes mafias que existen en nuestro balompié, son ellos los verdaderos dueños del futbol mexicano, dicha afirmación la han señalado personajes que se manejan dentro del futbol. La influencia de los llamados promotores rebaza incluso el mercado de piernas, ya que también influyen en la contratación de entrenadores e incluso de directivos. 

Existen casos como en el de Guillermo Lara, promotor de origen colombiano, que adquirió a los Toros del Celaya en el 2014 y que se sabe controla las transferencias de varios equipos de primera división, cabe señalar que Lara se encuentra en la “Lista Clinton”, documento que emite la Oficina de Control de Bienes Extranjeros en Colombia el cual señala a las personas que están relacionadas con el narcotráfico, evidentemente esto poco importa a la Federación, ya que es más importante el flujo de dinero que se genera con este negocio, en donde las transferencias de futbolistas no son más que una fachada para ocultar actividades ilegales.

A la lista de “exitosos” promotores se suman los casos de Carlos Hurtado y Greg Taylor que tienen influencia en equipos como Cruz Azul, América, Toluca, Monterrey o Jaguares, solo por mencionar algunos, dichos personajes radican en el extranjero y mediante sus agentes dictan las condiciones de compra-venta de jugadores en el país.

En épocas mundialistas son estos promotores los que ejercen presión al cuerpo técnico de la selección nacional a través de los federativos, para que sea convocado tal o cual jugador, así mismo se sabe que incluso en los contratos se estipula qué jugadores formaran parte de manera obligatoria del cuadro titular en la selección, de manera que es evidente el posicionamiento que guardan estos personajes en el futbol mexicano, mismo que impide un verdadero desarrollo del balompié nacional. 

La corrupción se respira en todos los rincones del futbol nacional y la impunidad es cosa de todos los días. Existe casos excesivamente sospechosos que han impactado y que nunca quedo claro su desenlace, por ejemplo el secuestro de Rubén Omar Romano o el atentado a Salvador Cabañas. La lista de acontecimientos oscuros es larga. Soluciones hay muchas, pero en definitiva un sindicato de futbolistas, independiente a la Federación, evitaría que se dieran muchas de las situaciones con la que hoy sufre el futbol mexicano. Urge que los deportistas dejen de ser una mercancía y sobre todo urge que se olviden de la dependencia que obligadamente tienen en torno a estas mafias que truncan el desarrollo futbolístico del país. 

Hagamos de nuevo la pregunta ¿somos los aficionados los violentos del futbol? Y no se trata aquí de excusar los comportamientos de una minoría de aficionados en los estadios, es evidente que la violencia sin razón es lo que ha llevado al movimiento barristico mexicano al estancamiento, situación que se ve reflejada en su nula organización y falta de formación de quienes lo integran. No hay que olvidar que el comportamiento de los jóvenes de clase trabajadora es reflejo de la sociedad en la que se vive y en un país que es azotado por la violencia, el desempleo o las faltas de oportunidades que truncan su desarrollo social, poco se puede esperar. 

Ya basta de análisis simples y de soluciones poco contundentes e incluso descabelladas. Se ha intentado reproducir la estrategia del thatcherismo en Inglaterra contra los hooligans, pero es evidente que todo ello está fuera de nuestro contexto social, de manera que ni la pena de muerte como recientemente se hizo en Egipto con un grupo de hinchas, rendirían resultados dentro de la realidad mexicana si no se corta de raíz con el problema de la corrupción. Pero mientras el periodismo se siga vendiendo al mejor postor y la violencia siga siendo moneda de cambio de federativos, esta no va parar siempre y cuando se puedan seguir llenando los bolsillos de dinero, aunque esté manchado de sangre, qué más da si vivimos en un bajo las leyes de un narco-estado y disfrutamos del espectáculo de un narco-fútbol. 

Por: Chino 97 

Twitter: @ccervecero